jueves, 4 de agosto de 2011

Joe Arroyo, la voz de la costa Caribe colombiana

Alvaro José Arroyo, marcando la clave
Aunque temprana y dolorosa, la muerte de ·Joe Arroyo· a los 55 años era algo que se esperaba desde hacía algún tiempo. Poseía una salud bastante delicada, estaba internado en una clínica desde finales del mes de junio y ya había pasado anteriormente por varios episodios hospitalarios, dos de ellos muy graves en 1983 y 2000 por los que incluso fue declarado muerto. Además, era amigo de ciertos excesos: se comportaba como un alma de la noche y tenía 35 años consumiendo crack -entre otras delicatessen-, lo cual es un hábito muy bonito que le tumba el cuerpo a cualquiera.
Persona sensible al fin, los conflictos con sus querencias y una vida privada un tanto convulsionada lograron también minar su ánimo, al punto que no grababa desde hacía cuatro años.

La reacción en Colombia por la muerte de uno de sus cantantes más queridos fue, como se podrán imaginar, contundente. Las procesiones no tuvieron fin y ya se están decretando calles y plazas en varios rincones del país. Esa veneración se debe, entre otras razones, a una producción disquera constante desde 1970 hasta 2007, y a que siempre supo dirigir sus canciones y su mensaje a los estratos de población más populares. Nació y vivió como un cantante de barrio alcanzado por la fama y su desaparición no iba a pasar desapercibida.
De origen muy humilde, la vida de Joe Arroyo está llena de peripecias que parecen sacadas de un relato de Gabriel García Márquez: con apenas ocho años comenzó a cantar durante el día en el liceo religioso donde estudiaba y, por la noche, en algunos burdeles de su Cartagena natal. Al ser descubierto en semejante pecado, fue expulsado del colegio sin miramientos, aunque luego fuese llamado de vuelta para que le cantara al arzobispo. Así de bueno era en lo suyo y así de pragmática ha sido siempre la educación eclesiástica.
A los 15 años deja el colegio, deja a su familia y deja Cartagena para trasladarse a Barranquilla, donde se integra a la orquesta La Protesta de Colombia. Su madre, en ese entonces, denuncia al dueño de la orquesta bajo el cargo de secuestro a un menor de edad, hasta que Joe habla con ella y le confiesa que su sueño es ser estrella y que el camino que estaba siguiendo era el que le interesaba.
A los 17 años se integra a Fruko y sus Tesos, una orquesta que graba para Discos Fuentes. Comienza su fama a subir como la espuma. La cantidad de discos grabados hasta 1981 dan muestra del arraigo que iba obteniendo, y su posterior amplificación a escala internacional, que estuvo de la mano de la propia emigración colombiana. Es en ese año cuando funda su nueva orquesta, La Verdad, que mezcla y agrupa en sus grabaciones los diversos ritmos del rico folklore costeño colombiano.

Posiblemente el disco que mejor retrata el portento de Arroyo como vocalista y compositor es Musa Original, lanzado en 1986 y absurdamente descatalogado en la actualidad, a pesar de resumir con bastante tino las inquietudes y vivencias del músico, e incluir La rebelión, un temazo que reúne en sí mismo la esencia de su canto. Aunque parte del disco podría no entrar dentro de los predios de la salsa -de acuerdo con la opinión de algunos puristas-, hay valores a destacar. Es posible que la poca universalidad del repertorio haya influido para convertir a este álbum en carne de cañón de los compilados.
El disco arranca con Musa original, una soca mezclada con cumbia y merengue (no olviden que por esos años la moda merenguera estaba en su pico máximo) que comienza con un arreglo de doo wop y canta las virtudes del canto caribe y tiene un sintetizador que ha envejecido muy pero que muy mal. Ban ban es un guaguancó que pone las cosas en orden, aunque la letra sea muy inquietante: ...por eso traigo pistola, esa que dispara sola, y si te pones travieso te voy a romper la ñora. A ti te estaba buscando y ahora que te encontré, ban ban quiribí ban ban..., y el arreglo demasiado rudimentario. No te despidas de mí es un cumbión y No te oiré un joesón, mezcla de ritmos inventada por el propio Arroyo; sincrética y efectiva. Mary, un son montuno muy sabroso con buenos metales, va dedicado a su mujer de ese entonces y gran amor de la vida, Mary Luz Alonso.
Y a continuación viene La rebelión que, como avisamos antes, es una guaracha muy importante, un verdadero himno negro en Colombia y un clásico en toda la cuenca del Caribe, que cuenta además con un solvente solo de piano de Chelito de Alonso

En los años 1600
cuando el tirano mandó
las calles de Cartagena
aquella historia vivió

Cuando aquí llegaban esos negreros
africanos en cadenas
besaban mi tierra.
Esclavitud perpetua.

Un matrimonio africano
esclavos de un español
que les daba muy mal trato
y a su negra le pegó.

Y fue allí, se rebeló el negro bueno
como venganza por su amor
y aún se escucha en la verja:
no le pegue a mi negra.

El disco cierra con el cumbión Las mujeres, el porro Vuelve, el son montuno El maletero y otro cumbión titulado A fulana. Todas ellas plasman ese canto sencillo propio de la costa Caribe: versos breves, cotidianos, en ocasiones machistas, destinados a un público mayoritariamente bailador, amante del uptempo y con muchas reminiscencias rurales. Canto del que Arroyo se sentía orgulloso y que nunca dejó a un lado, ni siquiera cuando en los años 90 llegó a alcanzar altísimas cotas de reconocimiento internacional, al punto de aparecer en la portada de la revista Rolling Stone, grabar para la BBC y labrar un notable éxito en España.

Su desaparición el 26 de julio pasado dejó al descubierto algunas rarezas de su vida privada. Ya su viuda, Jacqueline Ramón, se está pleiteando con su ex esposa Alonso a causa de difamaciones y otros celos absurdos. Arroyo dejó también un luto muy cerrado dentro del ambiente musical caribeño, un vacío muy grande -uno más- que no parece que pueda ser cubierto por otro cantante, y muy alto el listón colombiano en todo el género salsero.
Salud, Joe.

6 comentarios :

  1. Excelente,q te puedo decir mi hermano,desespero entre una entrega y otra de tu blog,ya necesito esa dosis de historia musical del caribe,contada de manera tan precisa y sabia....gracias panal

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  2. Un estereotipo de musica que invade el son caribeño....gracias por tu aporte!!

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  3. Muy buen post, como colombiano amante de la salsa te recomiendo la música del Joe cuando estaba con Fruko y sus Tesos, El ausente, El caminante, La cara del Payaso, son claros ejemplos de como catapultaron las salsa a finales de los 70's y comienzos de los 80's....... Grande Joe !!!

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  4. Un post precioso, que con justicia está entre los que le gustan más a la gente.

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  5. Buena información, el Joe uno de los mas grandes de la música Colombiana, todo un orgullo.

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  6. ¡¡¡ Estupendo. Joe es Joe, así como Gabo es Gabo. Los colombianos, especialmente caribeños -continentales e insulares- en Cartagena y Barranquilla, se enorgullecen con el legado de este compositor, cantante y "embajador" afrocaribeño (con su clave y su "relincho" que le identifica). ¡ GRACIAS querido Joe. DESCANSA EN PAZ !!!

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