martes, 12 de junio de 2012

Ismael y Kako han dado un batazo

Pasan los años y ciertas canciones permanecen. No solo porque quedan impresas en la historia de nuestras vidas, sino porque además forman parte de ciertos ritos urbanos que hacen que las cosas funcionen con menos contratiempos. Les pongo un ejemplo: algunas discotecas de salsa en Colombia, me cuentan, tienen un procedimiento de cierre que cumplen como si de algo religioso se tratara: ponen una canción -la última- y la gente de inmediato deja el baile y empieza seguidamente a cantar

Es tarde, ya me voy
mi negrita me espera.
Hasta mañana.
Porque cuando salí, dijo: negro, no tardes en la ciudad

Si yo no vuelvo mi negrita se desvelará
no se acostará
déjenme irme que es muy tarde ya
voy sin miedo de la noche que muy negra está

El hombre bueno no teme a la oscuridad
yo ando por buen camino y en mi soledad
Déjenme irme que es muy tarde ya
voy sin miedo de la noche que muy negra está.


Francisco Bastar

Fin del rito y fin de la rumba; la gente sale tranquilamente del local y se apagan las luces.
¿Lo ven? Las cosas funcionan sin mayores contratiempos.
Esta canción que todos conocen y han bailado, de los mejores clásicos de la salsa buena, está incluida en un disco que resulta importante, un álbum maravilloso: Lo último en la avenida. Aquí hago una reseña rápida de esta grabación, que no ha trascendido debidamente en la historia del género a pesar de que cuenta -también- con la mejor versión de las miles que hay de El Cumbanchero, ese temazo histórico de Rafael Hernández.
Lo último... rebosa una calidad musical elevada, gracias al virtuosismo de la orquesta de kako -quien ya venía trabajando de lleno en esa sonoridad e incluso había formado parte de las seminales All Stars de Al Santiago-, y muestra a un Maelo estupendo, en la cima de sus facultades con su ronca voz de barítono al cien por ciento de su rendimiento.
Este disco estuvo producido por Miguel Estivill, uno de los A&R de Tico Records, y parece haber sido el resultado de alguna reunión creativa entre panas rumberos. Me explico, para el año en que se publica, 1971, Maelo ya estaba más que asentado en Nueva York con sus Cachimbos, había sacado dos discos con ellos y tenía una agenda
bastante apretada. Por lo tanto, meterse en un estudio con el trabuco de kako Bastar debió haber sido el resultado de una operación amistosa, de tremebundas consecuencias, que suele comenzar inocentemente con un oye, chico, ¿y por qué no grabamos un disco?
No he podido conseguir mayores detalles de la producción. Tampoco se encuentra disponible el listado de los músicos que participaron, aunque se tiene constancia de que en algunas canciones Carlos patato Valdez se aplicó en las tumbadoras. Con total certeza estuvo kako haciendo diabluras en los timbales y muy seguramente Javier Vázquez -director musical de Maelo- se afincó en el piano y logró con sus arreglos que el trabuco sonase parecido a los Cachimbos.
En ocho de los temas los metales están compuestos por trompeta, saxo y -novedad- un trombón, instrumento por el cual Maelo no había mostrado mayor interés hasta ese entonces. En las dos canciones restantes la combinación de los metales incluye solamente trompeta y saxos. Por lo tanto, el disco debió haber sido grabado en dos sesiones, cada una con distintos arreglos y participantes. 
Como suele suceder en las producciones en las que está envuelto Rivera, la sección rítmica y los tambores están presentes, y algunas canciones aluden a Africa y a su bagaje religioso y cultural. Otras, en cambio, reseñan a la calle, a la vivencia diaria del barrio. Incluso a la muerte que es parte también de la vida.

Ismael Rivera
Un álbum maravilloso, decía, que abre con esa canción fundamental, Mi negrita me espera, un breve son, delicioso, que muestra la forma inigualable de cantar de Ismael y cómo sobrevuela el montuno. Ese estilo se ve reflejado en la siguiente canción, la que da nombre al disco, en la cual se hace acopio de dichos y frases* del nuevayork hispano de la época. En la que viene a continuación, una rumba cubana llamada Cantar maravilloso, las estrofas -algunas abiertamente misóginas- fueron extraídas del folklore rural antillano y culminan en un montuno con coro en lengua tribal. Es el típico canto que se suele entonar al ritmo de los tambores y cajas caribeños.
El truquito es un sabroso guaguancó compuesto por el ex cantante del trabuco, meñique Miguel Barcasnegras, aunque no tiene más misión que levantar el baile y preparar al bailador para afrontar el tema que viene a continuación: El cumbanchero, una guaracha con un tempo elevadísimo -de los más rápidos que he escuchado- que empieza con un trombón y luego el fraseo de Maelo que, a propósito de una letra onomatopéyica, parece convertir su voz en otro instrumento de percusión. Es quizás el único de los números del disco que incluye un solo instrumental, en este caso una breve conversación entre kako y patato: recurriendo al patrón de los años 60, casi todas las canciones duran tres minutos y poco, por lo que sus arreglos no solían incluir compases vacíos para que los músicos relucieran su creatividad.
La cumbita fue otro de los éxitos de este álbum, un tema que aplaude al baile y a la cumba con acordes pegajosos. Motiagua, en cambio, es un canto a los ancestros y a Cuba -por supuesto- compuesto por patato y Eugenio totico Arango, que empieza en guaguancó y termina en rumba con una moña de lo más aguerrida


Allá en el Africa del Sur
Allá en el Africa Central
hay unos negros carabalís
que con su ritmo en arará
cantan así, dicen así:
Aidó, anaidó
gima boca simaguá

Ellos quieren decir, en lucumí
motiagua, ka simabó
Así me dijo mi china por el año 32

En Entierro a la moda Ismael habla de su propio entierro en forma surrealista y de la fiesta que allí se montaría, como no podría ser de otra manera. Este tema de la muerte no es ignorado en la música latina, y son varias las canciones que lo plasman con serenidad y celebración. A fin de cuentas, es el final mismo de la vida y para allá vamos todos sin excepción

Mi entierro va a ser el acabose
ahora verán cómo lo quiero:
crucecitas ni coronas, cero flores
pues yo lo que quiero es que lo gocen.

También en mi caja yo quisiera
unos cigarrillos y algo fuerte
pa' seguir bebiendo y fumando 
después que me lleven donde quiera.

Que no falte Tito Puente
Roberto y su Apollo Sound
Willie Colón con su banda
Pacheco con su tumbao
También Cortijo y su Combo
Tommy Olivencia y su orquesta
Kako con su trabuco y Maelo que les canta

Que vayan tocando mambos,
sones rumbas y guarachas
para que todas las muchachas
con sus parejos sigan echando
que a lo mejor de la caja yo me levanto
y salgo a bailar

Cierran el disco Siete pies bajo la tierra y Lleva y trae, dos crónicas de la calle con igual sabor y ritmo, parejas a la intención del disco: soltar historias breves, con mucho sabor a calle, que luego son desarrolladas por el inmenso poder de Rivera en el montuno, pieza fundamental del disco y motivo por el cual se convierte en meritorio.
Dada la talla de Ismael, este disco no podía ser más que un vehículo de expresión de su voz y técnica.
Ese es el motivo por el cual los arreglos son sencillos, aunque atinados: todos están al servicio de su voz. Por eso este disco late. Es fresco, sabroso y totalmente recomendable. De los mejores de Maelo.
Además, está incluido en la lista de los 1.000 álbumes que se deben escuchar antes de pasar uno a mejor vida.
Avisados están.

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Me informa el colega periodista -y colega salsero- Iván González Romero que tuvo la fortuna de conocer a Ivelisse Rivera, hermana de Maelo, en 2009. En mitad de la conversa ella le comentó que este disco que grabó con kako era el favorito de Ismael; que siempre lamentó no haberse reunido de nuevo con Bastar para hacer otra grabación.
Tiene sentido: si se fijan bien en el estilo instrumental del trabuco de kako, hay muchas reminiscencias del sonido de Cortijo. No en balde, ellos habían nacido en la misma ciudad y compartirían seguramente experiencias de vida similares. Da la impresión de que Maelo había podido encontrar en Nueva York esa sonoridad que tanto añoraba de cuando cantaba con Rafael Cortijo y su combo, y por eso había logrado volcar su genialidad en todas estas canciones.
¿No les había dicho que el disco era maravilloso?



* Pequeño glosario para distraídos: 
estar por el libro significa hacer algo lo más perfecto posible.
lo último en la avenida es lo más hipster del momento.
dar un batazo quiere decir lograr un éxito.
dar un mochazo, lo mismo.

8 comentarios :

  1. Además del peinado de Franscisco, este post me ha gustado mucho. La verdad que el disco es una joya. saludos Juancho!

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  2. Definitivamente un clasicazo..un disco simple pero super sabroso con buen sonido. Como siempre, tremendo post y espero el proximo review.
    gracias
    Saludos desde NJ
    Dj Ele

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  3. "Mi negrita me espera" es el mejor pretexto de un hombre con la virtud de la prudencia, para retirarse de un bacanal ante la arremetida de sus amigos de bares y bacanales. Me deprime pensar lo que Kako y Maelo nos hubieran ofrecido tras esta reunión, con una propuesta de tremendo swing en pleno auge de la salsa dura de los 70.
    Y no me digan que Maelo no acaricia el tema en la primera estrofa del tema. Y mucha gente no lo considera el mejor intérprete de todos!!!!
    Saludos
    Víctor Paredes
    Lima-Perú

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  4. En definitiva, uno de los mejores discos de Ismael. ECUAJEI.

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  5. hola buenas tardes saludos desde Monterrey NL
    ando buscando una cancion disco que empezaba como si estubieran en un estadio de beis bool se oia como un batazo y luego ya empezaba la rola no se como se llama me podran ayudar

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  6. cual es la historia del tema siete pies bajo la tierra de Ismael Rivera?

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  7. Gracias, magnìfica e ilustrativa.reseña del gran y eminente Kako, mucho sabor inmarcesible de mùsica. Quisiera entender el inicio de la letra de su tema Las nenas del barrio: "Las nenas del barrio, .......(?), porque si no es con mi orquesta no bailan pachanga...". Gracias.

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  8. Maelo, MAELO, siempre nos convoca desde el Caribe, desde la esquina,es un ser sentipensante

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