viernes, 30 de mayo de 2014

Everything But the Kitchen Sink!

En el post anterior anunciamos que hablaríamos a posteriori de un disco que Ismael Rivera y Rafael Cortijo grabaron en Nueva York a finales de 1966 y principios del 67. Y bueno, como en este blog se cumplen -casi- todas las promesas, aquí les traemos la crónica. Se trata de un álbum que reflejaría la aún novedosa experiencia de ambos como ciudadanos de esta metrópolis y, por tanto, permitiría la entrada de esas sonoridades que se estaban cocinando por aquel entonces en la ciudad. Fue una oportunidad que Maelo y Cortijo aprovecharon para sofisticar su sonido, modernizarlo, y la primera de las dos veces que el Sonero Mayor cantaría boogaloo. El LP tardó más de un mes en grabarse, salió publicado por febrero de 1967 y se llamó Everything but the Kitchen Sink!
Que en román paladino quiere decir Con todos los hierros.
Pero antes del hablar de las canciones, repasemos un poco el contexto. Aunque poco a poco las expectativas musicales de Cortijo y Rivera iban en aumento, la losa del presidio todavía seguía pesando en la imagen que se tenía de ellos. La fama de ambos seguía estancada. Es por eso que Tico Records decidió poner en las manos de Pancho Cristal -de nombre original Morris Pelsman, contratado como nuevo gerente de Artists & Repertoire del sello- la tarea de pulir el sonido del Combo, producir este nuevo LP, buscarle un listado de temas adecuado y una musicalidad que tuviese más agarre en las emisoras de radio, usando para ello arreglos de Héctor de León. Maelo, por su parte, parece que estaba otra vez en las andadas y sus problemas personales volvían de nuevo a cobrar cierta notoriedad. Un último factor que hay que tomar en cuenta: el boogaloo estaba despegando durísimo y eso forzó la entrada de tres cortes en ese estilo, en los cuales el cantante trató de vacilarse el asunto de la mejor forma posible.

martes, 13 de mayo de 2014

Aquí estoy, ya yo llegué

Hoy se cumplen 27 años de la muerte de Ismael Rivera

La gira no pudo haber ido mejor. Después de haber ganado el Momo de Oro de los Carnavales de Caracas como la mejor banda visitante a comienzos de marzo de 1962, Rafael Cortijo y su Combo harían escala en Panamá, en donde dieron algunas presentaciones con igual furor: un gentío bailando ese repertorio de plenas, sones, guaguancós y bombas que solo esa orquesta podía ofrecer. Ahora tocaba volver a casa, a Puerto Rico, pero antes había que hacer algunas compras. En el istmo los muy indómitos se apertrecharon, entre otras cosas, de un paquete de cocaína que camuflaron en el equipaje para su posterior uso personal. No creyeron jamás que sería descubierto. Su fama les protegería, habrán pensado.
Pero no fue así. Alguien en Panamá, un fuerza 'e cara, habría chivado a la Policía Portuaria boricua y, cuando los del combo aterrizaron en el aeropuerto Muñoz Marín de San Juan, todos sus integrantes fueron retenidos por las autoridades para ser revisados hasta el alma, descubrirles el alijo de polvos mágicos y dejarlos bajo custodia. En otra versión de los hechos, Tite Curet Alonso dijo una vez que un agente venía también en el vuelo, velándolos. Lo cierto es que en medio del trance Ismael Rivera dijo que la droga era de su exclusiva pertenencia y, con esa confesión, logró salvarlos a todos de la cárcel.
A todos menos a él, claro.
Ismael Rivera y Rafael Cortijo
Rafael e Ismael eran amigos desde la infancia y desde pequeños hicieron música juntos. A comienzos de 1955 Maelo empezó a formar parte del Combo de Cortijo, uno de los primeros grupos musicales negros surgidos de las zonas más pobres de San Juan, y fue desde ese momento cuando comenzaron a brillar de forma inusitada. Ese mismo año grabaron los primeros temas, como El bombón de Elena, y su popularidad fue creciendo al punto que comenzaron a aparecer en programas de televisión, como La Taberna India, y a participar en los mejores bailes. Su consagración se dio en 1960, cuando triunfaron rotundamente en el Palladium Ballroom de Nueva York. Ese éxito les dio fuerzas para reclamar mejores pagos y condiciones a los músicos, y eliminar la segregación existente en la industria a causa del color de la piel, un tema tan peliagudo en la isla como en el continente. Por supuesto, la vida de ambos estuvo marcada por ciertos excesos. Los de siempre: drogas, alcohol, mujeres.
Y ese hedonismo les saldría caro.
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