viernes, 4 de febrero de 2011

Everything is everything about Justice

Para Camilo, salsómano como pocos, por su cumpleaños.

Esta es la historia de un disco al que no se le ha dado la debida importancia.
Tú vas por ahí y le preguntas a cualquier medioconocedor del tema -que los hay bastantes- si sabe del álbum Justicia / Justice, de ·Eddie Palmieri·, y es muy probable que se te quede viendo a la cara, dudando ando. Al rato dirá, con los ojos medio cerrados, "¿no es uno con la carátula blanca?, no estoy muy seguro".
Y poco más.
Y mira que es una grabación que se me antoja trascendental, no solo porque refleja el espíritu del año en que fue realizada, 1969 (con Woodstock, el peace & love, la marihuana, los derechos civiles, la experimentación sonora, el flower power, la llegada del hombre a la luna, el amor libre y el yo-arrimo-el-hombro-por-un-mundo-mejor,-y-tu?), sino porque marca también un punto de inflexión en la misma trayectoria de Eddie.
Palmieri, en mitad del montuno                    (Carlos Hernández)
Veamos: en 1968, por problemas personales y creativos, Palmieri decidía disolver su orquesta La Perfecta y producía un disco desigual, Champagne, que, además de incluir algún número genial aunque entreverado a martillazos con uno que otro boogaloo, había tenido que ser cantado en dos partes, ya que Cheo Feliciano, inmerso en aquel momento en esa cosa tan hermosa llamada heroína, e Ismael Quintana tuvo que completar ese disco.



Atrás habían quedado los tiempos de música para bailes y algunas experimentaciones en los estudios. Eddie estaba ahora dispuesto a ir más allá y Justicia / Justice fue la primera ocasión que tuvo para demostrarlo.
En las liner notes, escritas por Art Kapper, hay un detalle que llama mucho la atención y que da una idea de qué estaba pasando por la cabeza de Palmieri en ese entonces. Cito, para no mover la historia: "Eddie pasó un curso de Ciencias Sociales en el Henry George School para ver si él podía aprender cómo ayudar a las víctimas de esta miseria y pobreza, y decidió que Eddie Palmieri, el músico, se convertiría en un sociólogo en su interpretación". Qué mayor sociología, digo yo, que aunar en un mismo disco las mejores tendencias de la sonoridad latina con el soul que estaba latiendo en las entrañas de Nueva York. Es que incluso Eddie, que nunca suele traspasar la barrera de los coros y el piano, interpreta con mucho corazón uno de los temas, Everything is Everything, que mi amigo Ricardo Pérez-Pantin tradujo al español:

Todo es todo en la justicia
Y digo, que todo es todo es lo que me dicen
Pero porque porque porque todo lo que veo es tanta injusticia?
Oh, todo es todo, en la justicia
Es lo que me dicen, que todo es todo
Pero dile a un negro que todo es todo en la justicia
Y digo, dile a un negro, o a un indio, o a un mexicano sobre la justicia
Y los tres sonreiran sarcasticamente

y el hombre negro te dara una sonrisa sentida desde el alma,
por que sabe que NO todo es todo en la justicia.
que NO todo es todo en la justicia

En el resto del disco da rienda suelta a esa búsqueda, a esa nueva necesidad. Como diciendo: bien, muy bien, ya se están dando finalmente los derechos civiles y la igualdad para los negros. Pero... ¿y los latinos? Los niches que viven en los guetos de Nueva York, ¿pa' cuándo, más o menos?
Estamos hablando de una época en la cual los artistas no solían hacer obra social para mejorar su imagen y vender discos, como se ve tan hipócritamente ahora. Cuando dos años después, Eddie se va con el ensemble Harlem River Drive -que él mismo había formado- a cantar gratis en la cárcel de Sing Sing (cuya grabación está plasmada en dos discos de los que hablaré en un futuro), lo hace para darle un alivio musical a los presos que allí convivían, no para salir en las fotos y que todo el mundo dijera: "qué chévere es Palmieri que tienes estos gestos de caridad". Al contrario, en aquel entonces ese tipo de jugadas podían ser contraproducentes para la imagen de cualquier músico pantallero.

Pero volvamos al redil: El disco cuenta con un hatajo de músicos que dibuja hacia dónde quería experimentar. Además de Eddie -con ese piano hiriente, casi desafinado, casi cariado, que quiere romper el típico patrón del sonido bonito propio del Caribe-, los trombones están a cargo de Lewis Kahn, José Rodrigues, Mark Weinstein y Julien Priester; la trompeta va de la mano del genial Alfredo chocolate Armenteros, la guitarra está a cargo de Bob Bianco, el bajo lo toca David Hersher (Lawrence Evans juega con él en Verdict of Judge St.), Nick Marrero está en los timbales, Robert Thomas toca la batería en Verdict of Judge St, Francisco Aquabella aparece en las congas, Chino Pozo y Ray Romero están en la conga y los bongós y Roberto Franquiz en las claves. El invitado especial fue Manny Oquendo, quien había inspirado 15 años antes a Eddie a seguir los derroteros de la sonoridad cubana.
Los temas en español los canta el siempre solvente Quintana y los coros están integrados por nada más y nada menos que Elliot Romero, Justo Betancourt, Jimmy Sabater, Arturo Campa y Carlos caíto Díaz (de la Sonora Matancera).
El toque irónico lo daba el mismo Bianco al cantar con voz de Sinatra el tema Somewhere, sí, el Somewhere de West Side Story, de Leonard Bernstein, como intro y outta de una descarga jazzística de primer orden, no apta para todo público, que casi se le va de las manos y que sobrepasa los once minutos: Verdict of Judge St.
Hay, además, un bolerazo laaargo, Amor ciego, cuyo arreglo de trombones marca un antes y un después en la forma de afrontar este género musical (dice Quintana que este bolero fue el B-side de Justicia, y que cuando hacían más pedidos de discos de 45 rpm, buscaban era el bolero y no el tema principal, mira tú). Existe además una versión lenta y pesada del yambú original, donde se incluye una crítica directa al pseudo apartheid que sufrían los latinos en la sociedad norteamericana, así como el tema que abre el disco: Justicia, donde el coro del montuno deja a un lado cualquier atisbo de duda:
¡ay, cuándo llegará la justicia!
No es un disco de fácil lectura, es verdad, porque no es un disco bailable y casi traspasa los límites de la salsa -y de este blog-, pero es un disco que no debe ser infravalorado jamás, porque refleja con fidelidad una época mágica para la música en general -no olviden que las esferas del rock y el jazz también estaban siendo tocadas por la experimentación- y marca el renacimiento de uno de los mejores músicos que ha parido la expresión latina desde que el mundo es mundo.

-Gracias, Carlos, por esta excelente imagen de Eddie-

5 comentarios :

  1. Algunos links de las canciones tienen música. Apriétalos, curiosea!

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  2. Me encanta tu blog, me encanta la salsa.
    Soy una neófita en el tema, así que te leeré.
    Más que un blog musical, es un blog de apreciación musical...

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  3. Coincido con Mintina, más que un blog de música es un blog de apreciación musical. Espero siempre tus posts

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  4. "Everything is everything" el vocalista es el propio Eddie.

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