lunes, 31 de marzo de 2014

Joe Bataan, on fire

Como ya les había dicho un par de años atrás, un buen día de octubre de 1966 Bataan Nitollano, a quien poco tiempo después conoceríamos como Joe Bataan, decidía ponerle coraje al peliagudo asunto de formar una banda que tocase por igual ritmos negros y latinos. Para conseguirlo, reunía a un grupo de músicos adolescentes del Harlem hispano de Nueva York, lograba que las madres de esos muchachos, con una edad promedio de 13 años, les permitiesen formar parte de la orquesta (y también obtuviesen la aquiescencia de llegar a casa después de las 10 de la noche), se abría paso en el duro mundo musical de la urbe, conseguía que Fania Records le hiciese un primer disco... y hacía que esa grabación terminase sonando en todas las emisoras.
Un exitazo.

Joe Bataan con su orquesta
En ese año, la atmósfera musical del gueto latino en la ciudad estaba cargada de una energía particularmente positiva, así que todo podía suceder. Tal y como nos dijo Joe (con quien intercambiamos algunas preguntas vía internet), existía una cierta magia en el aire del barrio. Toda clase de estilos musicales sonaban por igual en la radio y todos eran apreciados por mi generación. Desde entonces, no he vuelto a ver nada semejante a esto. Parece que la gente estaba también sincronizada con el mensaje de mis discos y por eso llegaron a venderse miles de ellos.
Bataan, que había aprendido a tocar el piano durante su estancia en prisión, salía luego de chirona con la convicción de que debía dejar atrás las malas vibraciones y abrazar mensajes positivos; no podía volver a ser un títere. Comprendió que la música, tal y como pensó Willie Colón durante esos mismos años -sus bandas son contemporáneas-, podía ser una salida a la casi invisible -pero real- opresión social del gueto. Que si era capaz de liderar una ganga de malandros, también podría capitanear una de músicos.
De padre filipino y madre afroamericana, el pianista bebía sin problemas de los sonidos bilingües de Joe Cuba, de los arreglos enérgicos -¡y los trombones!- de Eddie Palmieri y de esa aproximación melosa al soul que hacían algunas estrellas de Motown Records, como es el caso de Smokey Robinson. Él no hablaba español, pero el resto de su banda sí, y el haber vivido en esas aceras hispanas le garantizó una transfusión de elementos caribeños que nunca dejó de plasmar en sus producciones musicales.
Gracias a Gypsy Woman, Joe estaba contento, muy contento por el reconocimiento que estaba obteniendo como artista, y gracias a ese ambiente tan particular del que hablábamos arriba decidió que era hora de profundizar en las sonoridades que más le gustaban (el soul, el rhythm & blues y la salsa) y, a finales de 1967, volvía a entrar en el estudio de sonido para hacer en una sola sesión un nuevo disco cargado de boogaloos que superaría en ventas al primero. Un disco que ha sido escogido recientemente por el semanario neoyorkino The Village Voice para integrar la lista de las 50 grabaciones más auténticamente neoyorquinas: Subway Joe.
En este álbum, registrado en el Impact Sound Studio, participan Bataan, en el piano y cantando en inglés, Joe chickie Fuentes (que además estuvo ligado por años a la Orquesta Flamboyán de Frankie Dante) y Rubén Hernández en los trombones, Eddie Nater en los timbales, Louie Devis en el bajo, Richie Cortés en la campana, Lorenzo chino Galán en las congas y Milton Albino en los bongós. En los coros cantaron en armonía Richie, Louie González y Michael Padilla. La producción estuvo a cargo de Jerry Masucci y la dirección de la grabación en manos de Johnny Pacheco, que por esos años se encargaba personalmente de supervisar todas las sesiones de Fania.
Poco antes de su producción, la banda de Joe, The Latin Swingers, sufría una pérdida importante. Joe Pagán, vocalista promesa con una fuerte presencia en los escenarios, moría súbitamente por una enfermedad. Es por eso que en Subway Joe canta en español Tito Ramos, que venía de la banda de Johnny Colón. Ramos, que como cantante tenía ciertas limitaciones a la hora de improvisar, pudo llenar mientras tanto el vacío dejado por Pagán, pero solo estuvo con la agrupación unos meses, pues posteriormente decidió separarse para formar con su primo Tito Rojas el grupo TNT.
Subway Joe comienza con un boogaloo del mismo nombre, que tiene un arreglo en los trombones ácido y potente, un tempo acelerado y una orquesta que sonaba más que integrada para apoyar una letra que narra la cotidianidad de la ciudad y apunta al sistema de transporte subterráneo como punto de encuentro en esa confusión de culturas y clases que, a veces, ha dado como resultado ciertos conflictos

While I took the subway downtown on one day
Just to find me some Chinese food
And as I suddenly looked up and what did I see?
En 1967, cuando era una estrella emergente
There was a sturdy girl in shorts looking good

She said: Mr. why don't you get up and let me seat down?
Can't you see I've been working all day?
My back is aching and my feet all defeat
And I'm afraid I'm gonna need your seat

I said: listen little girl you show despite
Why don't you stop trying eat up my mind?
And then she spanked on my head, kick me on my knees
Twisted my hair and makes me feel

As the train started moving swiftly down the track
I started founding the bruising she made on my back
As I reached down and picked up my hat from the floor 
I started looking at my brand new suit she had tore

I said: sister why don't you get up and let me sit down
Can't you see I'd tried to fooling around?
My back is aching and my back feels crack
And I'm afraid I'm gonna have to take my seat back

She said: listen little boy you show what you talked
But I'm afraid I'm gonna have to got all your blood
And then she spanked on my head, kick me on my knees
Twisted my hair and makes me feel

He escuchado por ahí voces que aseguran que Subway Joe sirvió de inspiración a The Rolling Stones para añadir algunos acordes y coros a la versión de Sympathy For The Devil que aparece en la película de Jean Luc Godard, One + One. Pero esto, claro está, puede estar sujeto a interpretaciones. Es posible que los Stones hubiesen escuchado ese disco de Bataan, pero también es posible que los acordes, que no son tan similares, fuesen espontáneamente creados a ambos lados del Atlántico.
Juanito, un guaguancó; Mujer mía, un bolero-cha con un piano que intenta destacar aunque muestre todavía ciertas limitaciones interpretativas, y Nuevo jala jala, un ídem ídem (con un solo de trombón de chickie que no defrauda en lo absoluto), son el acercamiento de Joe a las escenas del Harlem latino y rezuman esa mezcla de giros cubanos con acentos propios de la ciudad. Aquí hay bastante que deberle a Joe Cuba, y mucho más aún a otros pioneros de la salsa pues los arreglos concebidos para el departamento de trombones le deben mucho a Mon Rivera y, de nuevo, a Palmieri. Pero su banda era todavía muy nueva y no tenía ningún problema en hacer visibles sus fuentes de inspiración.
Arrebato que no podía faltar además para expresarse, de nuevo, en términos amorosos, como es el caso de Special Girl, un boogaloo que corrió con mucha suerte en las emisoras de radio de la metrópolis gracias a las buenas intenciones del DJ Polito Vega -y su excelente relación con Fania Records-

Do the push
Do the pushy pushy

You are much too lovely when you dress in blue
You are happy and all the persons knew that
You are the spark that life satisfy
Get you the dream, the wildest dreams

And I know that is love
And my heart will continue to show
Just the love that I have you milder
There is nothing else for you to build it

So don't you running high?
I'm gonna be your guy
You're are my favorite bird
You are my special girl

You are the girl that keeps driving my days
That changes the shadow in a flower's way, baby
I am in fire at you, all of desire
Exploding a vein to suck all pains

And I know that is love
And my heart will continue to show
Just the love that I have you milder
There is nothing else for you to build it 

So don't you running high?
I'm gonna be your guy
You're are my favorite bird
You are my special girl

A continuación, Ponte en algo es una descarga que termina imitando con bastante fidelidad a las que grababa Joe Cuba; incluso la voz de Ramos intenta parecerse al estilo de Cheo Feliciano. El resultado, sin embargo, es fiero: chickie Fuentes vuelve otra vez a relucir y Joe intenta de nuevo sacar provecho de sus estudios en el piano, aunque el resultado terminase siendo más rocanrolero que latino. Al final, Bataan toma el micrófono para arengar a los bailadores en inglés, de la misma forma como lo haría en sus presentaciones en vivo.
Triste, en cambio, es un bolero larguísimo con muchos matices de blues y un teclado que, de nuevo, quiere adentrarse en los pagos del soul... o del pianobar. La letra no es gran cosa, infantil y mal fraseada, así que pasemos de ella. Lo mejor viene cuando llegamos al break y el ritmo sigue ahora la clave de un son con fuerte aroma a boogaloo, y luego el montuno, que alberga un arreglo interesante de trombones destinado a reanimarle el alma a la pista de baile.
Cierra otro boogaloo, Magic Rose, con acordes similares a Subway Joe, dedicado a otra chica ideal y escenificado probablemente en Central Park, vecino del Harlem hispano.
Subway Joe fue una producción que, a desdén de Pacheco -que siempre fue reacio a mezclar lo latino con lo anglo-, reafirmó la apuesta que había hecho Masucci: acoplarse a la moda musical del momento para tratar de sacar tanto o más réditos que Tico y Cotique, sus principales competidoras. El disco se vendió bien e hizo que The Latin Swingers obtuviese el premio a la Mejor Orquesta del Año de una revista local de farándula. Es un álbum de boogaloos, como decíamos arriba, pero con una diferencia que sería sello de la casa de Bataan: las letras tendrían una narrativa mejor urdida y no serían simples llamados al bonche y a la juerga. En todos sus trabajos se muestran las esencias del barrio y parte de su cotidianidad está presente en todas sus historias, un guiño inteligente que le permitió conectar con las audiencias juveniles. O como escribió el crítico de The Village Voice, un set de ocho canciones tan sólido, con historias de la vida del gueto tan finamente encajadas, y a la vez, tan fieramente bailables, que permitió a Bataan labrarse un sólido lugar en la historia y convertirse en uno de los estandartes de Nueva York.

Como los números seguían en ascenso y la fama no se quedaba atrás, a los pocos meses volvía Joe a meterse en un estudio para grabar el que parece ser su disco más destacado: Riot!, registrado también en una sola sesión con una poderosa descarga interpretativa. Y mucha libertad. Hay una sola excepción aquí y es Ordinary Love, que fue interpretada con una agrupación de cuerdas con un fuerte acento R&B.
Riot!, publicado pocos meses después de Subway Joe, nos muestra al mejor Bataan de esos años, más decidido que nunca a mixturar diferentes sonidos y sensaciones, con menos complejos e inhibiciones. El se sentía on fire y no pensaba salirse de esa estela de éxito por la que estaba transitando.
Al momento de producirse, la banda había sufrido pocas modificaciones: Ralph Iguartía aparece en los coros y Ramos sale del puesto de vocalista para darle paso a Louie González quien, sin ser una lumbrera de la interpretación, a menos sabía sonear adecuadamente.
Riot!, que hacía uso de esa imagen violenta marcada por las protestas que estaban sucediendo ese año en Estados Unidos (contra la guerra en Vietnam, por los derechos civiles y, sobre todo, para protestar el asesinato de Martin Luther King), sin olvidar al Mayo Francés, buscó notoriedad a través del título -y una sugestiva carátula con fotografía de Leon Gast-, aunque el mensaje de varias de sus canciones fuese totalmente distinto.
El disco comienza con un cover de Smokey Robinson, It's a Good Feeling, que había grabado el año anterior con The Miracles. Bataan decide confiar en el arreglo original, pero supo hacerle modificaciones para entremezclar ritmos de rock con son y luego con rumba en 6/8. El resultado es una mezcolanza muy potente y atractiva. Como escribió él en la contratapa del álbum: Riot es una canción de alegría y buenos sentimientos, expresados a través de la música y no mediante la violencia. Los tiros iban por ahí

Everybody is doing it. That's right!
Everybody is doing it. In Vietnam too

It's a good good feeling

When you're down and ought to know
That someone's standing back
Say baby give it up and try again
you could make it if you try

Someone to encourage you
When you let you turn around
To take your hand and understand
That when it's up it's up
and when it's down it's down

To know your baby's love is true
That's the feeling i've got for you
It's a good good feeling
That I feel inside
It's a good good feeling
Much too good to hide

When you're far away from someone
And you're feeling lonely
To know that person's feelings
Is just as lonely for you only

You know your lonely is out of share
but someone you have done
You've got to share everything
'Cause what's yours is theirs
what's theirs is yours

Little things are meaning a lot
For you is the feeling that I've got
It's a good good feeling
that I feel inside
It's a good good feeling
Much too good to hide

When your problems get solved
There's no way that you can't see
I hope that I can do it for you
Just the way I would be done it for me

I rescue you from whatever
Put the tear in your eyes
'Cause anything I'd ask for you
What you can to do?
What you can to try?

I want you to know my love is true
And that's the feeling I've got for you
It's a good good feeling
that I feel inside
It's a good good feeling
Much too good to hide

El resultado es simplemente estupendo. Uno de los crossovers más depurados que se haya podido grabar en toda la era del boogaloo. El vigor de la banda está presente en el track, y la ayuda que brindaron algunos estudiantes de la ya para esos años problemática William Howard Taft High School del Bronx, con sus gritos y sus coros, logran bordar el efecto buscado. Llegar a liberar esta fuerza musical no era fácil, sin embargo. Pero, como nos dijo Joe, lo primero que hicimos fue sentir ambos estilos de ritmo. Nuestra banda era lo suficientemente joven como para adaptarse a ambas formas musicales. Y lo hicieron.
Bataan Nitollano
La balada de amor con fragancia a doo-wop, For Your Love, cambia el tempo del disco a un paso bastante más lento. Pero es solo una isla: los dos temas siguientes, Muñeca y Pa'l Monte, van directos a una especie de salsa palmeriana donde se copian varios arreglos en los trombones ya interpretados por los muchachos de Eddie Palmieri pocos años atrás, como para no dejar dudas de cuáles eran las referencias favoritas de la banda. La primera es un montuno de principio a fin (como el Vámonos pa'l monte grabado por Eddie tres años después), con la más que efectiva participación de los metales -aunque se parezcan tanto al estilo de Barry Rogers, pero eso era así porque al final todos querían tocar como él- y una sección rítmica que sale con cierta soltura del trance de los breaks, algunos de ellos de larga duración.
A continuación, otro tema de largo aliento: What Good is a Castle, una fotografía que retrata la dura vida del lumpen y empieza con un rock lentísimo, aunque luego se emociona al pasar a un rítmico boogaloo, quizás para intentar restarle dramatismo a la realidad

What good is a castle
Way High upon a hill
If you're chained down and you're crippled
And you're six stories high

What good is a playground
Full of lovers beneath your window pane
Ir every time you watch them
It starts to rain

What good is the sound
Of a child of the world without a girl
What good is a heart
After it's torn apart

What good is a judge
Or a jury without a trial
What good is a daddy
Or a mommy without a child

Something inside of me
Keeps repeating
You better hang on, boy
Whoa, whoa, whoa

Something inside me
Begs me to hang on
How can I continue
Or move a step at all
My days are all numbered
So I'll take my fall

Daddy's coming home canta la promesa que le hace un padre a su hija de que volverá a casa pronto; uno de esos miles de progenitores, de origen latino o afroamericano, que estarían en ese momento dejándose la piel literalmente en alguna región de Vietnam a causa de una guerra absurda. Y luego viene Mambo de Bataan, un homenaje al ritmo estrella que dominó los años 50 en la ciudad de Nueva York, con un solo largo y sustancioso de chikie en el trombón, seguido por otro solo de piano de Joe que no desentona con la melodía. Y a continuación sigue My Cloud, otra canción de amor en tempo de boogaloo que antecede a una segunda versión -de varias que hay en total- de Ordinary Guy. La primera ya había salido impresa en el disco Gypsy Woman de 1967, y había tenido repercusión. Pero en esta ocasión se decidió regrabarla con un arreglo diferente. Se le nota de inmediato un swing depurado, una orquestación sofisticada con arreglos con trompetas, violines y coros en onda doo-wop. La idea fue de Masucci, a quien le encantaba la canción y estaba totalmente determinado a que, con este nuevo traje, pudiese salir programada en las emisoras de R&B, ampliando aún más las audiencias

I can't move a mountain top
Everything's ordinary on my block

I don't drive a beautiful car
And I don't own an elegant home
'Cause I don't have thousands to spend
Or a seaside cottage for the weekend

I'm just an ordinary guy you left behind
Ordinary guy you left behind

Exclusive nightclubs are out of style with me
'Cause I don't associate with high society
I don't hang around playboy millionaires

I'm just an ordinary guy you left behind
Ordinary guy you left behind

Subways take me downtown
My apartment is my home
I spend the weekends with friends
Otherwise I'm alone

Walk hard
Pay me no mind
You're ashamed of me
You girl
Walk hard passing by
Don't you know that I'm not the guy
Moving non-stop
You can't see beyond my block

I'm never gonna let you go, girl
Never gonna let you go
Need love so badly

Y parece que funcionó. Bastante bien, además.
No hay cifras oficiales (porque Fania era muy opaca a la hora de suministrar números), pero Bataan asegura que en 1968 cuadruplicó las ventas de cualquier otra agrupación latina en la ciudad y obtuvo por eso un Disco de Oro que Fania le entregó en una ceremonia en el viejo Riverside Plaza Hotel del West Side de Manhattan. Eso quiere decir que Riot! habría superado las 150.000 copias vendidas. Un buen grupo de canciones suyas sonaron insistentemente en las emisoras de corte latino y soul, los conciertos estaban llenos a tope y la buena estrella le acompañaría durante un par de años más, hasta que la moda del boogaloo cesó en 1970 y la ola de la salsa arrasó con casi todos esos experimentos en inglés.

Estos dos álbumes tienen algunas deficiencias, sobre todo cuando uno se fija en la calidad interpretativa de los muchachos. El sonido es abrasivo, urbano y urgente, con swing pero carente, a veces, de profundidad en sus texturas sonoras. Por supuesto, no hay que olvidar que la banda estaba conformada por gente con mucha ilusión, mucha juventud pero pocos estudios formales. En palabras de Bataan: debes comprender que todo esto fue un sueño hecho realidad. No haber recibido nunca una lección de música y poder crear todo lo que hicimos es casi un milagro. Estuvimos en el tope de la fama -we were on fire- durante unos tres años.
Ahora, ambas grabaciones prueban la riqueza de sonidos que se dejaba colar por las calles de la ciudad, más risueñas que las modas del rock y el pop de los grandes sellos disqueros. Rebosantes de autenticidad. Una muestra de que en el gueto también se cocinaban historias buenas y había talento por montones.
La prueba es que estos dos LPs llevan cuarenta y tantos años sobre sus espaldas y siguen vigentes. El reciente redescubrimiento de esas sonoridades mestizas, por parte de críticos y músicos contemporáneos, los han hecho sonar una vez más. Pero hacía ya tiempo que se habían convertido en una referencia importante para los anales de la música latina.
Si no los conocían, los invito a descubrirlos.

4 comentarios :

  1. Gran texto, me encanta la música de Joe Bataan y vale la pena preguntarse que hubiera pasado si Fania (eso dicen que ocurrió), algunos músicos y ciertos dueños de emisoras no se le hubieran atravesado al boogaloo (y al naciente latin soul que, realmente, era lo que tocaba Bataan de una manera fresca y expresiva). Tal vez esta música hubiera conquistado audiencias masivas en Estados Unidos consolidándose como música de consumo amplio y no reservada para el gueto latino, como realmente pasó con la salsa, un género nacido en pleno New York pero que allá consideran como algo lejano a la misma sociedad estadounidense...

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    Respuestas
    1. Hay varias versiones que intentan explicar la casi súbita desaparición del boogaloo. Parece que sí hubo un acto de "mafia" a la hora de confabularse varios actores para que la música dejase de sonar.
      Igual creo que el boogaloo tenía corto recorrido, porque la mayoría de las veces era música ausente de mensaje, bastante parecida entre sí. A lo mejor y lo mejor que pudo haberle pasado fue convertirse en una especie de mito musical, que hace que ahora tenga tantos seguidores y nostálgicos a su alrededor.
      Saludos y gracias por haberte detenido en el blog.

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