miércoles, 30 de abril de 2014

Celia, Johnny, Justo y Papo, reviviendo el ayer

Varias personas allegadas a Johnny Pacheco han afirmado que este dominicano siempre ha sentido, musicalmente hablando, debilidad por la cosa simple, el arreglo sencillo, la instrumentación lacónica. Ese fue uno de los motivos por los cuales decidió separarse de la Charanga Duboney de Charlie Palmieri y montar tienda aparte con su propia orquesta en 1960. Pacheco era el flautista de la Duboney, pero como Charlie era un pianista apasionado del preciosismo y los sonidos sofisticados, su criterio se tornaría tan disímil del de Johnny que terminarían chocando. Como siempre fueron buenos amigos decidieron separarse en los mejores términos.
Pacheco creció escuchando a las bandas cubanas a través de la radio en su República Dominicana natal y se había nutrido desde su niñez con la propuesta artística de los conjuntos típicos, que han tenido como quintaesencia a la Sonora Matancera. Y aunque para los músicos de Cuba la Matancera era un ejemplo de sonido débil y acomodaticio (en comparación con, por decir dos nombres, los conjuntos de Arsenio Rodríguez o de Félix Chappottin, mucho más aguerridos en los montunos y más procaces a la experimentación), durante los años 50 esa sonora vivió su época de oro y grabó a los mejores solistas del Caribe. Existen varias razones para explicar su dominio en el ambiente musical cubano:
su sonido no era estridente, las canciones resultaban sencillas y alegres, con sabor, hacía buen maridaje con las grandes salas de espectáculos de La Habana precastrista y el bonche resultante gustaba por igual a blancos y mulatos.
Johnny, Celia, Papo y Justo, posando para la sesión fotográfica del álbum                                          Lee Marshall
Fue la Matancera, decíamos, el modelo a seguir cuando Pacheco, en 1964, colgaba los violines, disolvía su orquesta de charangas, cambiaba de tumbao y fundaba un sello propio, Fania Records. Fueron esos los tiempos en los que la moda charanguera comenzaba a marcar su fin. Ese nuevo tumbao (que de nuevo no tenía nada) adoptaba casi al calco el sonido de la Sonora Matancera, un estilo del que nunca más se separó y que, con el paso del tiempo, terminaría poniendo barreras a la imprescindible exploración creativa de la salsa de los años 70.
Según algunos estudiosos, esa fulana matancerización de la salsa fue la que terminó por hacerla vacía, sin contenidos atractivos ni riesgos. Y en algo tienen razón.
Desde que Pacheco comenzó a grabar con Celia Cruz, en 1974, las grabaciones se volcaron aún más al sonido típico, con la venia de Pacheco, e incluían varios temas cubanos del baúl de los recuerdos que permitían a Celia mantenerse airosa en una expresión que ella conocía perfectamente. No en balde, la cubana fue la solista preferida de la Matancera durante 15 años y con ella grabó un grueso de sus mejores éxitos durante los 50, en Cuba, y los 60, cuando el régimen de los Castro forzó a la orquesta a radicarse en México.

jueves, 17 de abril de 2014

Buen viaje, Cheo

Harold Escalona
Todas las leyendas de la salsa suelen experimentar un destino común: ser lloradas como propias en varios países de América Latina, no importa el lugar en el que hayan nacido o dónde fue que llegaron a ser famosas. Este fenómeno acaba de ocurrir hoy otra vez con la muerte imprevista del gran sonero boricua Cheo Feliciano, a causa de su contumaz aversión a usar el cinturón de seguridad, y a un poste que estaba mal atravesado.
Demás está decir que él no se merecía un final así. Este tipo de muertes suele maridar mejor con rock stars postadolescentes, no con un casi octogenario crooner latino cuya vida había sido una constante historia de superación personal. Desde sus inicios como percusionista y vallet boy en los circuitos musicales nuyoricans, pasando por su caída en las llamas de la adicción y su renacer de esas cenizas - como el ave Fénix- hasta el cáncer que lograba superar el año pasado, Cheo nunca dejó de luchar para salir airoso de esos bretes en los que te mete la vida. A sus 78 años estaba semi activo y tenía pautado cantar este fin de semana con los Salsa Giants y Oscar D'León en Acapulco, México. Allá lo estaban esperando.
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